domingo, marzo 03, 2019

Cibersub

“QUE

NO

DOMINO

A

DISTANCIA”

Por más que se lo decía el tío seguía insistiendo. Y es que otra cosa no, pero cabezón era un rato. Y estaba muy lejos el cabrón, no era cuestión de encoñarse de un sumiso sin posibilidad de contacto físico. Porque me conozco, me tiene que seducir su mente, pero más pronto que tarde necesito su cuerpo. Los ciberservicios y las cibermierdas me aburren y me frustran.




Pero el muy cabezón seguía, estaba acostumbrado a conseguir todos sus caprichos. Era guapo, atractivo, inteligente... y lo sabía. Así que resultaba un poco creído y gilipollas, pero también lo sabía y además lo usaba a su favor. Pasaba de una charla inteligente, a demostrarme ser lo más vulgar e idiota sobre la faz de la tierra en segundos. Una mezcla de fino intelectual pedante, payaso ligón de discoteca y chico de barrio, que me mantenía divertida y expectante, esperando ver por dónde atacaba mi “pobre niño rico” para salirse con la suya.

Me contaba todos sus triunfos amorosos, profesionales y vitales. Pero algo fallaba en su vida de película. Un fuerte fetichismo de tacones, que últimamente no tenía con quien satisfacer, y una necesidad casi patológica de soltar el poder puntualmente y arrastrarse, anularse, ser una mierda pisada por bellos pies, una chacha, una puta y un pelele.

Además de la distancia, su peor defecto era NO ser sumiso.
Era fetichista, sí. Y era un excelente jugador de rol, se metía en el papel a muerte. Su sumisión era un escape a la presión de ser Don Perfecto. Era liberador convertirse de vez en cuando en otra persona, sin derechos pero también sin responsabilidades. Una dominación desde abajo en toda regla.
Usaba al Ama para escapar de sí mísmo, relajarse y satisfacer su fetiche. Así que cada vez que se ofrecía, yo le decía que no. Y cuanto más le decía que no, como buen niño caprichoso que era, más necesitaba ser sometido por mí.

A mí me hacía gracia.
Sus tretas; apelando a la conveniencia de la amistad entre dos personas con gustos complementarios.
Su insistencia; siempre aprovechando cualquier hueco para seducirme.
Su exagerado encoñamiento y su “sumisión” superlativa desde el minuto uno de conocernos...

El día que le conocí entró a saco, ofreciéndose en cuerpo y alma. Era exagerado incluso para minimizar handicaps obvios y objetivos.

“¿Mi esposa? Naaaaaa estoy a punto de divorciarme”

¡Coño! como todos, qué crisis mundial.

“¿7.000 km? Eso no es naaaaaaa. En unas horas me planto allá”

Joder... me hacía gracia, y una no es de piedra. En cuanto me descuidé estaba cibertonteando.

“Se lo suplico Señora, déjeme ser suyo”
“Así no se suplica, se suplica de rodillas”

Me dijo que estaba en un restaurante y tras una breve pausa tenía en mi móvil su foto, de rodillas en un baño público.
Después de haberle oído presumir mil veces de su currículum académico, de su estatus social y de su nivel económico, tenerlo arrodillado en un water de USA me daba una tonta sensación de triunfo y un morbo tremendo.

“Buen chico”

Y así empezó, tácitamente, mi ciberdominio sobre George. En un descuido y con una sonrisa de satisfacción al intuir lo bien que me lo iba a pasar derrocando al más engreído de los sumisos.


Ese domingo amanecí con una foto de su polla. No estaba mal.

“Bonita polla para un perro” le dije.

George tenía la polla grande, dura como una piedra. Estaba tumbado en la cama y la apretaba por la base haciendo que tuviera el aspecto de un cohete a punto de despegar. El capullo, terso e hinchado, apuntaba al techo. Three, two, one... Go.

Yo estaba tomando café en la barra de la cocina y, por la diferencia horaria, él volvía de una noche de fiesta y estaba en la cama aún sin dormir, con la polla en la mano reclamando atención.

“Es tuya”

Le pregunté cómo era su leche; abundante, escasa, disparada, derramada, espesa, translúcida... cada polla es un mundo.

“¿Quieres verla?”

Le dije que sí y me contestó que su esposa dormía a su lado.

“¿Y a mí qué me cuentas? Apáñatelas para correrte y enseñarme tu leche”

“Dime que mi esposa es una mierda a tu lado, que te cansarías de someterla y tenernos a los dos sirviéndote. Dime que la vas a enseñar a respetar a una mujer de verdad. Que es una puta ante ti”

Ya estaba el niño caprichoso pidiendo dominación a la carta. En mis fantasías lésbicas nunca someto a las mujeres de la misma forma que a los hombres. No me pone humillarlas ni dominarlas. Y cuando se utiliza “puta” como insulto para referirse a una mujer que folla cuando quiere, con quien quiere, las veces que quiere, me da la risa. Las putas, sí, las mujeres libres.
En mis fantasías con mujeres siempre hay un vínculo de Maestra/pupila y un objetivo común, colaborar entre nosotras y someter hombres. Por eso, humillar a la mujer de George no era mi intención.

“Dime, dime, dime... ¿qué te has creído? ¿que soy tu papagayo? Te diré lo que me salga del coño. Tu esposa va a ser mi mejor alumna, y cuando se haya cansado de follarse a todos mis perros la enseñaré a someterte de verdad. Sin que domines desde abajo. Y entonces lo disfrutará y estarás bien jodido”

La siguiente imagen que apareció en mi móvil fue una abundante, espesa y blanca corrida sobre el vientre de George con su polla, aún dura, descansando al lado. Le dije que la recogiera con los dedos y se la pusiera en la boca.

“ Dime que yo a ti te respeto, que harás conmigo lo que quieras, que puedes mantener mi polla dura durante horas si te da la gana.”

Puto cansino... esto iba a ser una lucha contínua. Le dije que se dejara de rollos y que se metiera la leche en la boca de una puta vez.
Me envió una foto de su boca abierta con toda la leche pringando su lengua.

“Traga”
“Tragada”
“Muy bien, no vuelvas a intentar dirigir lo que tengo que decirte o te mandaré a la mierda”
“Ok, ok, ok”
“Estás muy maleducado”
“Lo sé, Señora”

Me pasé el resto del café relatándole cómo lo trataría si lo tuviera cerca. Lo usaría de chacha, sirviéndonos el desayuno a mi marido y a mí. Comiendo del suelo las sobras pisadas. Lamiendo y vistiendo mis pies antes de clavarle el tacón en la polla.
Vestida con mi pijama de invierno y sentada en un taburete con las piernas cruzadas, inventaba perversiones y observaba. Él tumbado, con el sabor de su leche aún en la boca y yo apoyada en la barra de mi cocina, jugando a enredar un mechón de pelo con un dedo mientras con otro tecleaba animaladas y estudiaba sus reacciones.
Sandalias, insultos y situaciones humillantes.
La información es poder y ahora tenía la llave de George, él me la había dado y yo la usaría a mi antojo. No pude evitar ponerme cachonda.

“Voy a follarme a mi marido, duérmete”
“Sí Señora”

Continuará...

No te preocupes tengo para todos. COMPARTEME. ¡Gracias!

2 comentarios:

  1. Si te digo que es para una antología de relatos me quedo corta 😊 tensión al máximo y la narrativa es un puntazo de sensualidad. De 10 querida Ama 💋💋

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    1. Te aseguro que va a ir "in crescendo", George es muy muy vicioso XD. Besos Reina.

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