domingo, diciembre 02, 2018

El chucho

Exhibicionista, indiscreto, inconsciente, salido, descarado y creído. 

Así se presenta el panorama con el chucho, le auguro dos telediarios conmigo. Me recuerda mucho a Phillip, pero más que pirado está como una puta cabra.

El primer día que quedé con él llegó tarde, sucio y con un regalo de dudoso gusto. Le había ordenado que se pusiera un tanga y un plug en el culo para darle emoción a la cita y así se presentó. Tiene una gran colección de tangas el chucho. El que se puso ese día se lo había robado a la madre de un amigo. Se me había olvidado la de ladrón, entre las muchas cualidades que tiene el chiquitín.

Venía sin duchar porque se le había complicado la tarde. Siempre se le complica todo. Siempre va deprisa y corriendo con mil historias y milongas.

Para cumplir con mis instrucciones se había cambiado los calzoncillos por el tanguita turquesa y se había puesto el plug en el coche, en plena calle. Mientras yo tomaba una cerveza tranquilamente, él me iba narrando sus agobios.

- Ya salgo, Señora.

- Casí me pilla una chica cambiándome, Señora.

- Noto mucho el plug, Señora.

- Estoy aparcando, Señora.

- ¿Dónde está, Señora?

Al fin llegó, con su cara de niño tímido ocultando el pervertido que lleva dentro.

- Eres el peor sumiso que he tenido nunca - le dije.

- Pero el que más le gusta, Señora - había dicho que es un creído ¿no?

Estábamos en el rincón más apartado de una cafetería de señoras respetables. El chucho traía una bolsa con zapatos de tacón de aguja en su interior. Le dije que me los probara allí mismo y con delicadeza subí mi pie hasta apoyarlo en su muslo para que lo descalzara. Me quitó el botín, cogió el zapato y lo puso en mi pie.

- Puede apoyarlo en mis huevos, Señora.

No se cortaba una mierda. Le sonreí mientras miraba el azul eléctrico de los zapatos pensando con qué coño combinarían.

Era la primera cita, la cita rápida la llamo. Simplemente un careo para ver que somos quien decimos ser, para ver que acudimos y nos dejamos ver. Solo 5 minutos para oler, rozar y comprobar el material. Siempre cito a mis aspirantes así la primera vez, no me gusta alargar la situación, los veo, los saludo, los toco y me despido. Pasadas unas horas, tomo una decisión reposada y meditada y les comunico si la cosa sigue adelante o si tan amigos.

Le dije que pagara la cuenta y que se fuera, cumpliendo mi rutina a rajatabla. Pero de repente me acordé del tanga, del plug y de lo exhibicionista que era y cambié de opinión.

- No, no te vayas que quiero ver cómo te queda el tanga.

Sonrió y cuando vino de la barra salimos hacia el parking donde tenía mi coche.

En cuanto se abrió la puerta del ascensor le dije:

- Date prisa, fuera ropa. Es solo un piso.

El chucho se bajó la bragueta con parsimonia y a continuación los pantalones hasta las rodillas.

- Coño! Qué haces! Solo un poco! ¿No ves que se va a abrir la puerta enseguida? 

La risa no me dejaba enfadarme. Su polla semierecta asomaba por el lado de un minúsculo tanga totalmente inútil para esconder sus vergüenzas. Y el chucho, como si estuviera en otra dimensión en la que fuera invisible, rebosaba tranquilidad y despreocupación ante la inminente apertura de las puertas.

Dí un tirón a su ropa y le obligue a subirse los pantalones. La bragueta aún estaba abierta cuando llegamos a la P-1.  

Afortunadamente nadie nos esperaba, me hubiera encantado que nos pillaran, pero no cualquiera, un público selecto, imposible dejarlo al azar. El inconsciente del chucho seguro que no pensaba en la posibilidad de que algún niño se encontrara semejante imagen un día cualquiera de compras navideñas. Para pensar esas cosas ya estamos las personas mayores, responsables y con dos dedos de frente.

Cuando comprobé que no había nadie en los alrededores me dispuse a despedirme.

- No quiere hacerme fotos, ¿Señora?

Sonreí traviesa, jugar con el cachorro era divertido, qué narices! Se apartó hacia las escaleras y saqué mi móvil mientras se volvía a bajar los pantalones. La polla se había puesto más dura, estaba claro que el peligro le excitaba. Miré alrededor buscando cámaras y noté como se desilusionaba cuando le dije que no había ninguna. Mientras le hacía las fotos afinaba el oído por si bajaba alguien.

- Date la vuelta.- quería fotografiar la joya anal que llevaba puesta en su culito.

Y el chucho se dio la vuelta para que pudiera hacer mi reportaje sin problemas. No se veía nada, solo unos cordoncitos colgando que no sabía qué hacían ahí. Le dije que se vistiera entre risas y me despedí sustituyendo los dos besos socialmente aceptados por un escupitajo.

- Gracias, Señora.- respondió.

Llegué a casa y me puse a pensar qué había pasado con el plug y por qué no asomaba la preciosa joya que me había enseñado en fotos... No entendía si me había mentido o qué pasaba, ni qué eran los cordones negros que colgaban de su culo. Hasta que volví a revisar la foto y ahí estaban... Empecé a descojonarme y le envié  un mensaje diciéndole que lo probaría. Becario en prácticas es tu situación, le dije, mis expectativas con él no son muy esperanzadoras. Pero me tienes que explicar una cosa...

- ¿ Por qué coño te metes el plug con la bolsa puesta?

- Es que con los nervios no me di cuenta...

Os presento a chucho.



Libro erótico/festivo/pornográfico que narra las aventuras de una mujer 
que, harta de esta sociedad de mierda, se viene arriba y lo peta.

No te preocupes tengo para todos. COMPARTEME. ¡Gracias!

2 comentarios:

  1. Voy a dejar las lindezas y decir!pero que coño! Jajaja tiene manos de niño y no se arriba... 💋

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    1. Sí nena... Un cante que te cagas... Las manos y las hormonas XD.

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