sábado, noviembre 10, 2018

El Amante




Tengo un amante psicópata y viene a verme cada noche. Me despierto de madrugada, abro los ojos y siento su presencia observándome desde la sombra de la esquina. Siempre oculto en la oscuridad como un cobarde.
Clava su mirada en mí y disfruta al saberme paralizada y aterrorizada. Mi miedo es parte de su placer. Le gusta mantenerme inmóvil y asustada antes de atacar. Sé que prolonga este momento.
Mis ojos están abiertos y escudriñan la habitación, dilato las pupilas intentando enfocarle pero no consigo verle, solo sentirle. Y de repente su peso sobre mi pecho me asfixia, su hedor helado me susurra gruñidos al oído y sus manos bajan mis bragas dejándolas trabadas a medio muslo.
Mi cuerpo inerte le deja hacer, qué remedio. Es una batalla desigual, no puedo moverme, no puedo gritar, solo mis ojos protestan pero por más que los abro sigo sin verle. Aún así, sé que el muy pervertido sonríe mientras respira mi angustia y huele mi miedo. Porque los demonios son así de hijos de puta.
Recuerdo las palabras de mi médico de cabecera: “Se le llama parálisis del sueño. Es un estado a caballo entre el sueño y la vigilia caracterizado por tener plena consciencia a la vez que incapacidad para moverse. No te preocupes, no vas a morir porque los pulmones siguen respirando a pesar de la parálisis. Suele desaparecer en unos minutos, intenta relajarte y no entrar en pánico”
Sé perfectamente cuándo desaparecerá, cuando él quiera.
Entonces noto su polla entrar con violencia en mí. Y mi coño lo recibe pasivo, inerte... y sin embargo mojado. Mi cuerpo, desobediente, vuelve a traicionar a la razón y cuando el íncubo se percata de mi excitación suelta una carcajada. Se burla y se regodea en su poder por haberme convertido una noche más en la puta de Satán. Embiste con rudeza y la verga, tan fría como dura, golpea mis entrañas doloridas, su peso no me deja respirar, su aliento me repugna... y ese dolor, asfixia y repugnancia hacen que me corra con rabia y bochorno. Deseando matarle, acabar con esta bestia que me asalta cada noche, que me inmoviliza y me humilla. Este sádico que me posee de forma animal y que absorbe mi energía dejándome exhausta y avergonzada. Este amante que, una vez más, desaparece sin despedidas ni besos.
Y cuando me abandona, mi cuerpo reacciona al verse libre de ataduras y me incorporo de golpe, recuperando agitada el oxígeno que me ha robado su follada. Arrugo la sábana llevándola a mi cara, no lo he soñado, todavía retiene su provocador aroma.
En Brasil lo llaman el Boto, en Chile el Tranko y en México el Rauel.
Aquí, en casa, lo llamo el cabrón que huele a azufre.

No te preocupes tengo para todos. COMPARTEME. ¡Gracias!

2 comentarios:

  1. Eres un Puta Domina... así que haz bien tu trabajo. Domínalo. Todo hijo de puta con rabo tiene por donde ser anillado.
    Besos rubia, te echo de menos. Saluda a tu esclavo más amado. Saludos también de parte de Mayo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Rubia tuuu! Qué guapa estás! Y sigues igual de fina jajajajaja.
      Yo también te echo de menos, a ver si entre Demonios, Amos y sumisos sacamos un hueco.
      Muchos besos y saludos a Mayo!

      Eliminar