domingo, noviembre 12, 2017

Emputecimiento

Hace mucho tiempo,
en una galaxia muy lejana...

Sentada en mi despacho, sin ganas de nada. Así se presentaba la mañana y eran solo las 10. Aún quedaban dos horas para mi paseo/recreo y la pereza y el hastío me invadían. Mirando el móvil, paquí pallá, mirando el ordenador, subiendo y bajando la barra, abriendo y cerrando ventanas.
Ostia! El jefe!
Entra con un listado de gente a la que joder… ya me está tocando las narices este trabajo. Menos joder y más joder, joder! Le digo que sí con una sonrisa, soy muy eficiente, sobretodo transmitiendo seguridad y tranquilidad. Él siempre viene a mí por eso, porque le muestro interés y dedicación, aunque luego lo haga todo deprisa y corriendo en el último momento. Las otras opciones son nefastas, por eso soy la Reina de la casa, porque hago un trabajo fácil, deprisa y corriendo, porque la competencia en mi reino es nefasta. Todo un desafío, así que me aburro. Pero ese día cogí el listado con ilusión, así pasarían las horas más rápidas. A ver si encontraba un hijo de puta prepotente, un listo montado en el dólar que le echara un morro indecente a la vida, un cabrón al que pillar  in fraganti. Una abuelita no, por favor, las viudas sin otro recurso que una pensión de mierda y un pequeño local que alquilar eran mi debilidad, hacía malabares para evitarlas aunque al final siempre tenía que entrar a joderlas. Luego, por el día, no me las quitaba de la cabeza y a la noche me dolía el estómago. Repasé el listado intentando adivinar quién era quién por el nombre y  apellido o por el número de DNI. Infantil, una tonta lotería que me hacía olvidar levemente que estaba jugando con las vidas de la gente, me hacía olvidar que yo era un verdugo, vendida por poco más que comida y casa, me hacía olvidarme de un posible revés del karma. Este tiene nombre de rico, esta de gilipollas, si empieza por 2 tiene mi edad, si empieza por 7 peligro.
Antes de entrar en su más profunda intimidad, su cartera, sonó un mensaje en el móvil.
“Tienes vídeo”
El trabajo podía esperar, a ver por dónde disparaban hoy las investigaciones de mi emputecedor.
Pinché en el vídeo y los primeros segundos no pude procesar lo que veían mis ojos. Era una polla grande siendo succionada por una señorita que llevaba un antifaz carnavalesco. La tenía fuertemente cogida por la base y alternaba las chupadas con jugueteos de su lengua en la puntita, con movimientos rápidos y suaves. Pero era una polla con una forma rara, cilíndrica, llena de venitas rojas que le daban un aspecto asqueroso. Una polla que goteaba un líquido casi transparente que la señorita dejaba caer desde su boca o directamente de la punta al suelo. Cuando cambió el plano me di cuenta de la situación. La señorita a cuatro patas tenía un Golden Retriever olisqueando su coño que movía el rabo muy feliz, seguramente pensando que era el preludio de algo agradable. Con un grácil saltito puso sus patas en la espalda de la bella señorita , que además del antifaz vestía una camiseta de tirantes y unas medias a rayas, no tanto para evitar mostrar su preciosa piel si no, seguramente, para protegerse de las uñas de su amigo. El perro, el mejor amigo del hombre, en este caso de la mujer acopló su cadera en el culo de su compañera buscando la abertura, empujo rápida y fuertemente, tanto que la chica se hubiera caído de no haber estado apoyada en el sofá, unos cuantos golpetazos plam plam plam y se armó un lío. Por lo visto no había atinado en su objetivo. Entonces bajó de la posición, volvió a olisquear y a lamer el coño que debía estar impaciente por recibir la asquerosa polla que le colgaba al animal. Con dos palmaditas en la nalga le animó a volverse a montar.
Unos segundos más de empeñones y terminó el video.
Uffff ni de coña, que asco joder! Esa polla roja llena de venitas, chorreando todo el rato, esos pelos, ese olor a perro, su aliento en mi cuello, calla calla. Ni de coña!
Esta vez se había pasado, por ahí no iban los tiros. NO.
“Te ha gustado el vídeo?” me preguntó en el siguiente mail.
“ NO. Es torpe y me da asco”
“ Eso es porque no lo has probado”
Vamos, que se había creído éste. Ni de coña. NO.
Me centré en el trabajo, el jefe estaría contento.
Pero los vídeos seguían llegando, ummm dos negros con una rubita muy blanca, delicioso. Dos chicas superfemeninas comiéndose enteritas, guapas. Un pajillero soltando leche por doquier, que bonico. Otro perro follándose a una gorda con cara de loca. Ya estamos…
“Te he dicho que esto no me va.”
“Vale”
Ni puto caso, él seguía bombardeando en todas las direcciones, buscando y analizando mis reacciones. Sabía que me estaba estudiando y no iba a dejarle hueco alguno con la zoofilia.
Un tío reclinado patas arriba y pajeándose mientras otro le follaba el culo, interesante. Un negro cubierto de aceite que recibía un masaje lento, bello. Una boca abierta recibiendo una corrida, haciendo burbujitas, enseñando la abundante leche para tragarla a continuación. Muy bien documentado, sin cortes, sin trampa ni cartón, quedaba demostrado que la señorita se la había tragado enterita, pues vale. Más le valía al director haberse metido la cámara en el culo y haberles dejado follar en paz. Me lo imaginaba diciendo, muy bien nena, enseña la leche, mantenla ahí, ahora tragatela, ahora enseña a cámara la boca vacía. Hombre! vete a la mierda y deja a la gente follar a gusto. Los vídeos de actores que follaban de cara a la cámara no me gustaban, los demasiado perfectos o artísticos tampoco, los de argumento inverosímil tampoco. Cercanos, cutres, caseros, reales como la vida misma. Esos eran los míos. Vídeos en los que me resultaba fácil ser la protagonista, grabados ahí mismo, en ese lugar donde podía meter la cabeza e imaginarme haciendo todas esas guarradas.
También me di cuenta de que mi tolerancia a las asquerosidades era directamente proporcional a mi nivel de excitación. Cuanto más guarra me ponía más me excitaban las cerdadas. Cosas que en frío me repugnaban eran mis preferidas a la hora de masturbarme, que asco... que morbo.
Un chico delgado, insignificante, follándose a una gorda con tetas enormes. Un negro con una polla descomunal enculando a una chica, dejándole el culo desbocado, roto. Un bóxer leonado lubricando con un solo lametón un coño abierto. La lengua tan amplia como para cubrirlo por completo, húmeda y suave. Deslizándose golosa por toda la superficie, doblándose por el centro e introduciéndose por la abertura entre los labios, recogiendo el néctar, preparando el camino. Tiene los huevos grandes, la polla empieza a asomar por el capuchón peludo, una puntita rosa que no alcanzo a enfocar porque Ringo está nervioso y se mueve mucho, sabe que la comida de coño es previa a su placer y como buen perro de Pavlov más que salivar empieza a sacar la tranca. Vaya, debo estar enferma porque me imagino la lengua de Ringo entrando y saliendo de mi coño, calentita, grande, suave. Imagino la ansiedad del perro, lamiendo con devoción, haciendo su trabajo con la esperanza de que más pronto que tarde  me ponga en posición y le deje penetrarme. Imagino el PODER, dos palmaditas y Ringo moverá el rabo y el culo, mientras yo me sitúo a cuatro patas para indicarle que ya es la hora. No de salir a pasear, es la hora de que me meta  la polla. Y Ringo salta a mi espalda sin dudar, sin preliminares, sin gatillazos, sin traumas. Busca mi coño empujando con su cadera hasta que la punta reconoce la humedad que le hace de guía. Y entonces con 5 o 6 movimientos rápidos la mete por completo, con sus patas sujetándome por la cintura. Lleva cancetines para no arañarme, que mono. Se pone a empujar con fuerza y rapidez, no hace virguerias pero es certero en sus movimientos, dentro fuera, dentro fuera. Cuando empieza a correrse se queda quieto y noto como la leche, tan líquida y transparente me va llenando el coño, y noto cómo la entrada se tapona con la bola. Imposible sacarla ahora, la polla ha doblado su tamaño en mi interior y la bola que le dobla a su vez el diámetro ha quedado dentro. Y yo no puedo hacer otra cosa que pajearme el clítoris y sentir toda esa presión que me llena el coño. Sentir cómo se corre el hijoputa, quieto, solo mueve el esfínter del ano se contrae a cada chorretón de leche que suelta. Y con toda esa carne llenándome me corro con la bestia, mis contracciones aprietan su polla y aprisionan más si cabe la bola que nos une. Hacen que Ringo suelte más leche en mi coño que ya está a reventar. Y así enganchados nos quedamos 5, 10, 15 minutos, lo que dura el abotonamiento y en los que mi mano no para de restregarse para seguir corriéndome sin medida, alentada por este instinto animal que me ha invadido. Y ahora me estiro hasta llegar a tocarle los huevos, grandes, apretados, los acaricio para estimularle más si cabe, quiero parar el tiempo. Un tiempo en el que no existe el bien ni el mal ni los tabús ni la moral, solo dos seres dándose placer mútuamente. Y cuando Ringo nota que su dureza empieza a aflojar intenta liberarse de su obscena prisión, tirando, saliendo de mis entrañas mientras me arranca un grito de dolor sofocado por el sonido de un río de leche que cae en la alfombra y moja mis muslos por completo. Vaya por Dios, esto es lo más horriblemente cerdo que me ha pasado nunca y me he soltado sin pensar, como una guarra en celo.
Mi compañero está de pie, con la polla colgando y jadeando por el esfuerzo y por la abundante corrida. Ahora la veo en todo su esplendor. Roja, cilíndrica, gorda. Se bambolea con la respiración del animal y sigue goteando. No puedo evitarlo, me ha puesto muy cachonda follarme a un perro y el asco que siento se mezcla con la lujuria en un batiburrillo enfermizo.  Voy a rematar esta locura, ya estoy condenada, que más da.
Me acerco a Ringo gateando y ronroneando, felicitándole por su destreza le acaricio el cuello, detrás de las orejas. Sí, buen chico. Ahora quiero probar tu polla.
Me agacho y se la cojo por la base, pasada la bola se estrecha muchísimo y es cómodo sujetarla y dirigirla desde ahí. Le atuso la espalda por última vez, muy bien, buen chico. Quiero ver a qué sabe esa amalgama de carne y fluidos. La tengo firmemente sujeta y la encaro hacia mí  acercando mi cara a ella despacio, lentamente, suavecito hay que ser prudente, hasta que controle la sensibilidad del animal y sus reacciones hay que ser cautelosa. Es un mundo nuevo. Me encuentro con la puntita que termina en una pequeña protuberancia por la que aún gotea la corrida. En cuanto tiro de la base y la toco con la lengua un chorretón de leche pasa a mi boca y de mi boca al suelo.
-Ostia, que pasada.- Me ilusiono como una niña a la que acaba de tocar un peluche en la feria.
Repito el movimiento, tirón y lamida. Se repite la reacción. La cantidad de leche que puede soltar un perro es infinita. Su cuerpo rígido y quieto, su ano abriéndose y cerrándose. No te mueves eh cabrón? No estás tú a gusto ni nada. Mi boca va jugando tímidamente con la verga, quiero sacarle toda la leche posible. Cada lamida tiene premio y va cayendo a mi lengua, al suelo, a las tetas, cada chupada me llena la boca y la dejo caer también. Ringo quieto, mi boca experimentando esta nueva forma de comer pollas. Me calienta tener ese montón de leche manchándolo todo, inagotable, mi boca llena, mis tetas rezumando, mi coño aún goteando. Comienzo a pajearme con la leche del perro que rebosa de él, lubricado con ese fluido viscoso y con la boca saboreándolo directamente de la fuente. Mmmmm sí, realmente soy una puta cuando me caliento, soy capaz de excitarme con las cosas más asquerosas y repugnantes. Soy capaz de correrme con una polla de perro goteando en mi boca. Soy capaz de todo.
“El lametón del último perro, el boxer, me ha puesto burra.”
“Ya verás cuando te folle un perro, ya no vas a querer otra cosa.”
“Habrá que verlo.”

No te preocupes tengo para todos. COMPARTEME. ¡Gracias!

14 comentarios:

  1. hostia!!! y hasta ahí puedo escribir de momento, expectante me quedo,

    besos con respeto Ama,

    c,

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  2. Nos dejas sin palabras con tus relatos...

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    1. Pues lo que yo tenía que decir ya lo he dicho, así que... XD.

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  3. Dios que tia, siempre la arma....

    Grande, delicioso, inimitable, como siempre.

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    1. Solo pongo voz a lo que tenemos/tenéis en vuestras cabecitas.

      Besos

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  4. Muy bueno! Tematica interesante. A.V.

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  5. Menudo relato. Impactante.

    sumisomedias

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    1. Parece que haya descubierto América...
      Saludos.

      https://elpais.com/elpais/2016/08/19/icon/1471609319_605536.html

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    2. Se me sale el corazón y algo mas que bien lo cuentas Ama

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  6. Me has llevado de principio hasta el final. Gracias

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