martes, mayo 09, 2017

Diario de una cazadora: El repartidor.

Cuando pienso en mi abuela me vienen a la cabeza varias de sus manías y enseñanzas. "Ponte siempre pendientes, los zapatos limpios, una señorita no debe tener arañazos de gatos en las manos..." Pero la conversación que más recuerdo y que siempre me arranca una sonrisa tuvo lugar cuando yo empezaba a salir de noche y ella me preguntó por dónde salía y qué hacía. Le comenté tranquilamente que mis amigas y yo solíamos ir a un par de Pubs porque había unos chicos que nos gustaban. Ella se escandalizó un montón. Las chicas no tienen que ir a buscar a los chicos, dijo. Tenéis que estar en un sitio y ellos que vayan a buscaros... Yo me reía y la llamaba antigua. Pero cuando cumplí los 18 su discurso cambió. Preocupada porque no tenía novio y se me podía pasar el arroz, estuvo aleccionándome sobre tácticas de seducción. Guiñar un ojo y sonreir. Toda una Femme fatal ella. Por eso, cada vez que salgo de caza dudo entre que se esté retorciendo en su tumba cabreada o me esté aplaudiendo y jaleando desde allá donde esté. En cualquier caso esto es lo que hay abuela. Los hombres se han vuelto frágiles e inseguros, quizás siempre lo fueron. No voy a esperar a que me cortejen, ahora cazo YO.

El repartidor me pone porque tiene cara de cabreado, una característica que yo asocio inequívocamente a buen empotrador (porque tengo 15 años) y no hay nada más satisfactorio que someter a un empotrador. Pero siempre anda despistado, con prisa, pocas veces me ha mirado el cabrón. Y eso me hace desearlo más.
Después de meses viéndolo y relegando su caza en pro de otras actividades me decidí a planificarla. Y siendo repartidor qué mejor manera que hacer un pedido para atraerlo, no? Sabía la compañía para la que trabajaba y averigüé una tienda para la que hacía repartos. Y cuando digo averigüé es que me lo encontré dejando un paquete en la recepción de una clínica e interrogué a la recepcionista. Nada gratis.
Ni corta ni perezosa y con toda la ilusión del mundo hice el pedido. Llegó muy temprano, me pareció raro. Le había visto siempre rozando el medio día y por la tarde muchas veces. Pero a las 10 ya lo tenía en casa y claro... No era él, era su compañero de la mañana.
Al día siguiente, porque era un paquete de ida y vuelta pasó lo mismo. Apareció su compañero nada, pero que nada atractivo y se llevó el paquete y mis esperanzas.
Pasaron unas semanas en las que me entretuve con otras "cosas" y me olvidé de la caza del repartidor. Pero un día lo vi en la calle. Con un rápido movimiento paré el coche en un vado, bajé y me dirigí a él sin saber muy bien lo que iba a decirle. Estaba atendiendo a un cliente en la calle y pasé pavoneándome. Pero él estaba en modo "despistado con prisas" y mi movimiento de caderas pasó desapercibido a sus ojos. Giré sobre mis talones como si se me hubiera ocurrido algo de repente (una actuación de Oscar, nadie me miraba). Esperé pacientemente detrás de su cliente y cuando acabó me acerqué muy dignamente por detrás, pero tal es el despiste que lleva encima este hombre que no me vió y se subió a la furgoneta corriendo.
La ostia, aparqué la dignidad y me puse a gritar: Oye oyeeeeeeeeee.
Lo hice bajar y cuando lo tuve cerca le dije sonriente: Te puedo hacer una pregunta?
Se puso muy nervioso y sorprendido.
- Qué tengo que hacer para que me traigas un paquete por la tarde?
De cerca era más guapo de lo que parecía, ojos azules y expresión dulce. Que fastidio, el mito del empotrador se me venía abajo (porque tengo 15 años).
Me estuvo explicando que tenía que decirlo al hacer el pedido y si no podía, llamar, me dió la tarjeta. Le temblaban las manos.
- Por las tardes reparto yo.
- Sí, ya lo sé (claro que lo sé).
Atolondrado empezó a buscar en la furgoneta mi paquete por si lo llevaba ya encima. Le dije que no, que aún no lo había ordenado. En fin, una charla de lo más profesional pero por alguna razón se le hizo incómoda, igual era porque estuve tonteando y acercándome más de lo necesario.
Al acabar aproveché para perseguirle un poco, nos cruzamos un par de veces. El cortejo había comenzado. Hubo sonrisas cómplices, me cedió el paso... Ya le tenía centrado.
Y puse el segundo pedido en marcha, me estuvieron mareando por la mañana. Tuve que ponerme dura para exigir mi derecho a recibirlo por la tarde, llamé a la tienda, llamé a la central de Madrid de la empresa de mensajería, tuve que rechazar el paquete por teléfono, mintiendo como una bellaca, diciendo que me era imposible recibirlo por la mañana. Nada gratis con éste tío. Pero por fin llegó.
Me llamó una hora antes para confirmar y le esperé tranquilamente en casa, con mi plan perfecto en dos fases. La primera fase estaba a punto de consumarse y era insinuarme suavemente y ver por donde respiraba. La segunda fase sería al día siguiente, cuando viniera a recogerlo. Y entonces era sí o sí, si él no entraba había que apostarlo todo.
Mientras lo esperaba repasé mentalmente las tácticas de mi abuela y otras muchas. Cuando por fin llegó, mi cabeza había dado unos cuantos bandazos, desde el flirteo más inocente hasta el polvo más salvaje, pasando por prácticas FemDom a las que en mi imaginación sucumbía con vocación innata, estaba preparada para todo. Yo sí, preparada y abierta.
Cuando abrí la puerta me pareció que se sorprendía y alegraba. Le estuve dando conversación, rozando los dedos al firmar, estirando el momento, apoyada en el quicio de la puerta, sonriendo mientras le decía lo difícil que había sido que me trajera él mi pedido y que cómo lo íbamos a hacer para recogerlo... Él estuvo entre nervioso e incrédulo, sonreía pero no entraba al rollo. Me prometió no tardar tanto. Y en un momento en el que me descuidé, lo tenía abriendo la puerta del ascensor. Lamadrequeloparió!
Antes de que la cerrara solo pude decir:
- Ya tienes mi teléfono!
- Cómo?
- Ya tienes mi teléfono... por si me tienes que avisar o algo...

La mierda fase 1 había resultado más ligth de lo que me hubiera gustado. Era duro, duro y cortado. Solo tenía una oportunidad más de tenerle en la puerta de casa, a unos pasos de mi cama. No se acababa el mundo pero había tomado la decisión de no hacer más el tonto con los pedidos.
Y me preparé mentalmente para la fase 2, iba a ser directa. Lanzaría señales que no dejaran lugar a duda de mis intenciones. Ni sutilezas ni medias tintas, si no entraba ahora no había escapatoria decente. Solo me quedaría pedir disculpas y reírme de mí misma.
Y con esas señales me refería a:

  • Cogerle la mano y tirar de él hacia mí.
  • Despedirme con un gracias y un morreo.
  • Pedirle que me sujetase unas bragas y unos condones mientras firmaba.
Quién dijo que las películas porno no tienen argumento? Están basadas en hechos reales, totalmente.
Pero la realidad nunca sabes por dónde te va a salir. Una de las normas de una cazadora es que tiene que estar siempre dispuesta, agazapada y alerta para aprovechar las oportunidades. Éstas escasean y a veces pasan de largo en unos segundos. 
El día que vino a recoger el paquete fue todo muy loco. Yo iba de taxi y recadera, con márgenes de 10 minutos entre obligación y obligación. Con algunos imprevistos que me estaban dando por culo toda la tarde. Me avisó con 15 minutos de tiempo. Moví el culo corriendo a casa. Lo tenía abajo esperando, mi hermano en la esquina y un amigo paró el coche para saludarme y contarme un rollo de la niña, el repartidor despistado no me vió y empezó a llamarme.
- Me voy me voy... que me está esperando ese repartidor (ostia!).
Subo con él en el ascensor, le digo que me ha pillado en falta, que ha sido muy puntual. Me contesta que sí, y que nunca lo es. Le doy las gracias y ya. Cuatro pisos mirando al suelo.
Uffff, me centro, no es mi problema, la cazadora soy yo, él es la presa y si quiere escapar se lo pondré difícil y que se joda. Es un trabajo y lo voy a hacer pase lo que pase (ni putas ganas que tengo yo ahora de liarla parda con el soso éste, pero...).
Abro la puerta con la intención de hacerle pasar a por el paquete y me encuentro la casa hecha una leonera, la puta cocina de concepto abierto es una metáfora de la tarde de locos que llevo y se muestra descarada a toda persona que atraviese el umbral. Decido dejarle en la puerta. Saco el paquete y pienso, vale, aún le puedo coger la mano al firmar en el cacharro y ver que pasa. Y entonces el destino me vuelve a poner la zancadilla y el repartidor extiende el brazo dándome un papel para que lo firme. Por fin me rindo, hoy no es mi día y ya está, ni suerte ni ganas, mala combinación.
Cuando se va cierro la puerta con sensación de fracaso. Joder que puto estrés y que mal. Y enseguida recuerdo que mi tarde de ir de culo aún no ha terminado. Cojo el bolso y bajo. El tío aún está en la furgoneta hablando por teléfono, por supuesto no me ve y le doy la espalda mientras camino hacia mi coche. Estoy cabreada conmigo misma por no conseguir abstraerme de todas las zancadillas y hacer mi "trabajo" pero de repente pienso que mientras me dirijo al coche estoy en su campo de visión y mi culo empieza a balancearse solo. Qué cojones, voy cogiendo ritmo. Paro en el paso de cebra y subo el pie por detás, doblando la rodilla e inclinándome quito un pequeño hilo imaginario que se ha enganchado al tacón. Sigo despacio y paro el tiempo cuando oigo acercarse la furgoneta por detrás y giro la cabeza. La furgoneta me sobrepasa, el repartidor inclina la cabeza para alcanzarme con la mirada, me mira, le miro, me sonríe, le sonrío. Ahora sí, cabrón? Ya te engancharé.

CONTINUARÁ.... O NO.

No te preocupes tengo para todos. COMPARTEME. ¡Gracias!

15 comentarios:

  1. ¡Mucha suerte cazadora!

    Besos.

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  2. Este blog tuyo va a acabar en serie de NETFLIX, yo si pudiera te lo producía.
    Valet de Chambre

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    1. Sólo si la protagoniza Scarlett Johansson. El repartidor sería Daniel Craig.

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  3. Decidido. El día que vaya a Valencia pasearé un paquete (que no "el paquete") por toda la ciudad y pondré cara de cabreado.

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  4. ainssss Ama, cuanto daño han hecho las cocinas de concepto abierto ;-)

    besos respetuosos,

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    1. Es algo que nadie dice, pero ahí está... Y los lofts ni te cuento.

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  5. No te des por vencido, ni aún vencido, escribió un tal Almafuerte.
    Saludos

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    1. Así es, moriré matando XD... Además los giros del destino son una de mis especialidades.
      Besos

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  6. Nena yo me gané la vida varios años al volante y te aseguro que aunque se lleve cara de cabrón/a, (empotrador/a) lo que se va es muy cabreado/a.
    Un consejo, si el tío te gusta, intenta pillarlo sin la furgona... Ya tendrás tiempo en la segunda o tercera de donarlo entre paquetes en la parte de atrás.
    Beso.

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    1. Cabreado, despistado y con prisas, todo un reto! Sin la furgoneta no se si me va a poner eh? Jaja
      De todas formas creo que la gente tiene que aprender a sacar el morbo incluso con las prisas del trabajo o la cocina hecha un lío, porque si no... Vaya mierda de vida. 8 horas trabajando, 8 durmiendo... Cuando Follas? El sábado si se alinea júpiter con Venus y hay eclipse lunar? Hay que ser todoterreno, o intentarlo.
      Besos guapa!

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    2. Pues sí, jajajaja...
      Envíate a ti misma y que tenga que cargarte... xD...

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  7. Oh, me ausento a la fuerza una semana de internet y a la vuelta me encuentro con esto. Magnífico. ahora que la pelota está en su tejado a ver qué ocurre. Genial como siempre Señora, en breve la volveré a escribir, que aún me trae de cabeza su último correo.

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  8. No sé dónde está la pelota pero ésto acaba en polvo o en denuncia por acoso. Ya se me han inflado.

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