domingo, marzo 12, 2017

Diario de una Cazadora: El Zombie

Viene el Zombie, otro que parecía tonto.
En cuanto le abro la puerta intenta besarme y le hago la cobra, besos no.
Me he puesto unos pantis negros abiertos y una camiseta de rejilla, tacones... Sonríe con sorpresa. Claro cabrón,  que te creías, que no había nada bajo el abrigo de plumas?
Le paso al salón para desnudarle, sólo le he visto la polla y creo que el resto de su cuerpo también me va a gustar, quiero ver entero al negro cuya caza me ha llevado tanto tiempo.
Dos años. Dos putos años para follarme al negro. Aunque en realidad ha sido un año, porque el primero estuve viéndolo por la calle sin ningún interés. Hacía cosas raras cuando nos cruzábamos, sonreía mirando al frente, miraba luego de reojo, se ponía supernervioso,  llegué a pensar que no estaba bien de la cabeza. Le llamábamos el Zombie porque caminaba un poco patizambo, bromeábamos con que la polla le llegaba a la rodilla y de ahí sus andares.
-Ese te lo follas ya verás..
-Qué dices, ni de coña! No ves que no está  bien?
Pero después le fui viendo de otra manera... La verdad es que se acercaba bastante a mi estereotipo de negro, aunque me gustan más mulatos y éste tiraba a subsahariano, el resto encajaba. Alto, grande, rapado. Con el tiempo fue cambiando su estilo africano de vestir y se fue occidentalizando. Y sin comerlo ni beberlo de repente me imagine follándomelo, ala... caprichito va caprichito viene, ahora iba a tener que cazarle. Me seguía preocupando un poco que le faltara un hervor. Un día, de casualidad, mi esclavo más amado intercambio unas palabras de cortesía con él.
- Y que tal? Es retrasado?
- Para nada, un tío educado, limpio, normal.
Se abrió la veda.
Madre mía! Ni el mejor rastreador Apache hubiera dado con él antes. Ni bares, ni horarios fijos, ni amigos, ni aficiones... Siempre me lo encontraba por la calle, una vez al mes como mucho, de casualidad y lo que duraba el cruce. No me daba tiempo a ponerme en situación, ni a planear nada, ni a pavonearme. Unos segundos, risitas nerviosas, agobio, pánico y Zombie que se me escapaba. Pero pánico del fuerte, la escena se repitió varias veces. Yo iba de paseo con mi marido, lo veía venir de lejos con su andar característico, era inconfundible. Y como el tema se estaba alargando y enquistando y las ocasiones eran tan escasas, me ponía de los nervios pensando que mi esclavo más amado me lo iba a parar y a romper todas las normas y protocolos sociales establecidos:
- Hola, mi mujer quiere hablar contigo, te gusta? Nos la follamos?
Aaaaaaaaaaaaaaarg desde luego era capaz y me veía metida en un embolado en segundos, y de repente todas las ganas de jugar se me iban con el pánico. Y le sujetaba del brazo apretando hasta doler, mientras seguíamos caminando hacia él. Y susurrado por lo bajini, como una prepuber avergonzada por lo que pueda hacer su madre delante de sus amigos, le decía:
- No le digas nada eeeeeeh, que no quiero, que a mí no me líes, que paso del Zombie y de su puta madre.
- Joder nena, que no voy a hacer nada, cuando te he metido yo en algo que no querías? o cuando he actuado cuando me has dicho "quieto"?
Nunca. Pero era pánico irracional, que pasa? Yo me pongo toda histérica cuando me da la gana!
Lo malo es que cuanto más tiempo pasaba más ganas le tenía, a veces lo veía mientras conducía y le perseguía, y le salía al paso, y le encontraba y le perdía. Era rápido el hijoputa, averiguar la calle donde vivía me costó meses, encontrar el portal exacto unas semanas más. A partir de ahí, y como el azar hay que provocarlo, cada vez que cogía el coche me hacía la ruta Zombie. Pasaba por las calles donde me lo encontraba y por su portal, nada, sólo le vi algún día de refilón. Qué obsesión me estaba dando, había pasado de burlarme de él a ser mi presa favorita.
Pero todo llega y si no llega se busca.
El primer contacto fue brusco, no encontré otro modo. Iba a la ruta Zombie con mi marido en el coche. Ya la hacía por inercia, por costumbre y sin ninguna esperanza ni plan. Lo vi salir de casa y detenerse unos segundos en la plaza, mirando a derecha e izquierda. Paré el coche lo suficientemente cerca para ver qué hacía y lo suficientemente lejos para echar a correr si me daba el yuyu.
- Ay que ha quedao! Cómo se haya echado novia! Es que lo mato!
Irracional histérica, irracional celosa... así soy yo. Polifacética.
Siguió caminando por la plaza, que es peatonal y arranqué. Me dirigí dando un rodeo hacia dónde suponía que iba, era su hora de la compra, la única rutina que había podido concretar en todo ese año.
Paré en un super, entré y cogí pan. Nada, no había suerte. Paré en otro super y me lo encontré saliendo, joer que nervios más tontos. Me di la vuelta como una gilipollas y me subí al coche de nuevo.
- Qué hago?
- Tira...
Volví hacia su casa parando en la misma esquina de la plaza donde habíamos estado, nada... le había perdido otra vez, bajé del coche, me asomé, volví al coche, volví a asomarme a la plaza y zas! Zombie saliendo de un bar y dirigiéndose hacia mí.
Cuando me vio empezó a hacer sus cosas, sonrisa, miradas descarriadas, jejeje era la ostia mi Zombie (nótese el cambio  de "el Zombie" a "mi Zombie", indica posesión).
Me apoyé en el lateral del coche y le miré fijamente sonriendo hasta que le obligué a saludar.
- Hola, que tal? Todo bien?.- Sus dientes blancos resaltaban en la oscuridad.
- Muy bien. Y tú?.- Chorrada de conversación que sin decir nada lo había dicho todo.
Él siguió su camino y yo subí al coche, vi cómo me esperaba en la siguiente esquina. Coño... esto ya está. Lo tengo y me está esperando. Atacar o huir. Decidí atacar.
Pasamos de largo pero paré en su portal y baje la ventanilla.
Le vi venir por el retrovisor izquierdo, ya no me pareció tan patizambo, ni tan gracioso, ni tan cortado. Venía con paso firme el cabrón, venía a ver que pasaba, venía con los cojones por delante. Nos saludamos, nos presentamos sin bajar del coche, dudé un momento. Él me animó.
- Dime... qué? No pasa nada... Dime, qué quieres? No pasa nada... Puedes decirme lo que quieras, no pasa nada...
Joder Zombie... es que si tú supieras lo que tengo en mente no sé si dirías que no pasa nada, eh?
- Vale, pues sube al coche y te lo explico.
Me pidió un momento para dejar la compra en casa, momento que aprovechamos para acondicionar minimamente el coche a la situación... Elevadores, balones, botellitas de agua (qué desastre) , todo al maletero. Mientras yo me aturullaba y sólo apagué las luces de cortesía, mi marido con suma tranquilidad hizo el resto y se puso al volante.
Cuando bajó la presa estábamos acabando la logística. Subí en el asiento de atrás y le invité a entrar. Estaba un poco asustado, subió al coche pero no cerró la puerta y dejó una pierna fuera, creo que pensaba que su vida, su cartera o su yoquesé corría peligro hasta que empezó a entender.
- Me gusta que lleves el pelo así corto, más rapado mejor.
- Me gusta tu pelo también.
- Ah sí, y cuando lo llevaba largo?
- No sé, no lo vi.
- No jodas, si llevas años mirándome, ahora no me digas que no me has visto nunca.
- No, no se...
Tenía cojones, a ver si sí que le faltaba un hervor. Cambié de tercio y concreté.
- Yo te gusto?
Ahora entendí el motivo de sus evasivas, empezó a hacerme gestos con la cabeza, señalándome a mi marido que estaba en el asiento de delante. Su cara... miedo y desconcierto. Le cogí por el mentón y le giré la cabeza, le forcé a mirarme a los ojos.
- Tranquilo, yo te gusto?
- Sí... muy guapa...
- Pues ahora vamos a ver si tú me gustas a mí. Cierra.
Dudaba...
- Venga, cierra, que no te voy a hacer nada. Vamos a dar una vuelta. Nene arranca.
Le abrí la bragueta y le dije que quería ver si me gustaba su polla. Mi Zombie seguía en estado de shock, señalando con la cabeza al hijoputa interpérrito de mi marido. Le tuve que explicar en un lenguaje extremadamente sencillo y con gestos lo que quería, pues su español no daba para mucho.
- A mí me gusta dos. Tú y él. Dos, dos para mí. Entiendes? Quieres?
- Ah... Sí... Vale.
- Pues vamos a ver tu polla.
Se la saqué, empezó a crecer. Suavecita, iba cogiendo largura pero no excesivamente gorda, me venía bien, las pollas muy grandes están sobrevaloradas. Mi Zombie empezaba a relajarse y se abalanzó a besarme.
- No, aquí no hay besitos. Esto va de follar (los besos también están sobrevalorados y los cabrones se confunden, se ponen cariñosos y luego viene el lío).
Le estuve pajeando un ratito, le dije que lo quería preparado para cuando yo le avisará, que le llamaría para venir a follar, le pregunte sus horarios mientras apretaba sus huevos, le dije que quería que me follara muchas veces, entiendes? Quieres? Le dije que me gustaba su polla y que me servía, le pedí el teléfono, centrada solamente en pajearle y en explicarle lo que esperaba de él. Follar, sin rollos y a órdenes, cuando yo quiera, donde yo quiera, a quien yo te diga, entiendes? Quieres?
- Vale, sí, vale, vale, sí.
Muy bien, pues ya estaba. Le dije a mi marido que se dirigiera a su casa.
- Pero y por qué hoy no? - me dijo mi Zombie.
- No, hoy no (yo que sé... porque no).
Lo dejamos en su casa, los dos machitos se dieron la mano al grito de guerra del cabrón de casa:
- Nos las vamos a follar a todas.
Las instrucciones fueron: Yo te aviso, no hables con nadie de ésto o se acabó, no me saludes si me ves por ahí, no me conoces. Yo te aviso.
- Vale, sí, vale, vale, sí.
En serio... dudo que entendiera la mitad de lo que pasaba y la cuarta parte de lo que le dije. Pero la polla la tenía dura, de momento bastaba.
Una semana aguantó sin abrir la boca. Al final rompió vía was:
- Hola.
- Yo te avisaré.
Otra semana:
- Hola.
- Te dije que yo te avisaré.
Unos días más y...
- Mañana ven a las 12.
- Vale, hacemos lo que tú quieras, tú mandas.

Algo había hecho bien cuando mi Zombie, que apenas se aclaraba con el idioma, me hizo saber que estaba dispuesto a "lo que tú quieras, tú mandas", sonaba bien. Fue una agradable sorpresa comprobar que mi negraco, sin más explicaciones que las que le di en el coche y sin oponerse a nada, ni poner ninguna condición, se ofrecía con esa sencillez. El hecho de no entendernos verbalmente había dejado paso al lenguaje corporal, a las feromonas y a un idioma primitivo. Órdenes claras, concisas y directas que lo habían dejado todo en su sitio sin apenas palabras.
Nunca sabes qué va a funcionar, había encontrado un esclavo sencillo, disponible y dispuesto?
Sólo el tiempo, la suerte y mi destreza lo dirán.

De momento ha venido, lo tengo delante, esperando y expectante por ver que hago con él.
Contengo un suspiro, contengo sonrisas, contengo el tembleque de mis piernas, contengo mi excitación y mis nervios. Me contengo y aprieto tanto que al mínimo descuido voy a explotar y no sé por dónde. Cuando ésto me pasa sólo tengo un recurso para salir de ésta. Y es ponerme manos a la obra.
Así que le empiezo a desabrochar la camisa lentamente, seria, mirando los botones. Subo la mirada y él me soríe, le levanto la ceja y vuelvo a los botones. En  cuanto tengo su torso desnudo lo acaricio, como si comprobara el material, porque es mercancía que aún no ha pasado mi control de calidad. Tersura, suavidad, olor... Todo va bien. Pecho fuerte y marcado, un poco fondón. Me ponen mucho los negros rapados y fondones, a veces odio ser Ama, porque tal cual lo tengo sacaría su polla de la bragueta y se la comería de rodillas como una perra... Control Señora... Ya habrá tiempo de disfrutar de su esclavo, primero hay que sentar las bases.
- Me gustas.
Desabrocho su pantalón ahora y le saco la polla. Ya la conozco.
- Ésta tambien me gusta, ya lo sabes. La quiero así de dura y preparada cada vez que te llame.
- Sí, vale.
Hace un poco cara de alucinado, vuelve a intentar besarme.
- No.- Me desvío y le beso el cuello. Me hace gracia que mi pintalabios rosa destaque sobre su piel negra.
Y sigo sobándole. Le pregunto... cuánto hace que no follas? Mucho, dice. Que desperdicio.... Pues ahora vas a follar mucho si eres obediente.
- Sí, vale.- Sonrío, sólo sabrá esas dos palabras? La verdad es que no me hacen falta más.
Le digo que se desnude del todo, todo, todo fuera. Y mientras voy a buscar a mi marido que está por ahí, mimetizado con el entorno, invisible y observando en silencio. Le morreo y acaricio sobre el pantalón.
- A mí déjame en paz.- jejejeje está celoso y excitado, me quiere dominante pero no se va a dejar mangonear delante de un cabrón. Le dejo en paz, sé que en cualquier momento, cuando él quiera, cuando yo lo necesite, entrará.
Vuelvo a mi juguete, ya está en pelotas. Qué bonito y reluciente es, es barbilampiño, supersuave, lo toco por delante, lo acaricio, le doy la vuelta y le abrazo por detrás diciendo mmmmmm, estoy contenta, como una niña caprichosa con un cachorrito nuevo y lo siento en una mesa baja frente al sofá, me quito las bragas, subo mi pierna derecha a la mesa y le dirijo la cabeza a mi coño que está palpitante por sentir su lengua.
- A ver como comes el coño.
Me mira como si no supiera que hacer, es más... es que no sabe que hacer. Mi Zombi no sabe comer coños, se para, me mira otra vez. Qué haces? Más. Le cojo de la cabeza y le obligo a amorrarse. Le dejo un rato así, agobiándose y armándose la picha un lío. Pero pronto me canso, hoy estoy evaluando y dejo la clase de comida de coños para otra ocasión.
Le levanto, me gusta tenerlo en pelotas mientas yo sigo "vestida". De pie le cojo la polla y me la restriego por mi coño y en ese momento noto la polla de mi esclavo más amado restregándose por mi culo. Ya entró el cabrón, justo cuando lo necesitaba. Me besa el cuello, me pajeo con las dos pollas, me abro el culo, sobo a mi negro, giro el cuello y beso a mi marido.
- Me quieres follar ya? no... aun no, apóyate en el sofa.
De rodillas, sus manos en el respaldo. Se pone nervioso, la postura invita a una follada de culo y no hace más que girarse a ver a quien tiene detrás.
- Tranquilo, soy yo.- Aún es pronto.
Con dos palmaditas en la cara interna de los muslos le hago saber que los tiene que separar.
Le saco la polla por detras y sigo pajeando, acariciando el culo. Se le escapa un chorretón de leche (mucho morbo para llevar tiempo sin follar y a saber cómo y con quién).
- Te corres? No te corras aún.- Le aprieto la punta, paro la corrida y dejo mi mano apretando pero quieta. Mi esclavo más amado se me acopla detrás.
Y me mete su polla con su técnica exquisita, haciendo un tren extraño en el que la locomotora es un negro a medio correr conteniéndose, el primer vagón tiene un pollón en la mano y otro en el coño y el vagón de cola me empuja sobre el Zombie y me dice "tírate encima de él".
Me empeña y aunque no quiera mi mano va sola, pajeando y puteando al negro. Mordiéndole la oreja, respirando en su oído.
- No te corras, si te corres no follas.
Con ésta amenaza sobre él, no puede hacer otra cosa que cogerme de las manos y rodear su cuello con ellas. Y así, con mi cabrón detrás y mi agobiado Zombi haciéndome de apoyo les regalo mi primera corrida. Suave, serena, dulce.
Pero ya se ha terminado el tiempo de los miramientos, ahora quiero meterme la nueva verga y sacarle su leche, viene la evaluación final. La de los traumas, la de ponerse el condón y cumplir. La de ésta tía hace conmigo lo que quiere y me encanta o ésta tía hace conmigo lo que quiere y me vengo abajo.
Le doy la vuelta, lo siento en el sofá, me ensalivo el coño y le monto. Se agarra a mi culo, le meto tres dedos en la boca, los chupa como si le fuera la vida en ello y se los meto bien adentro mientras le cabalgo. De repente tengo una polla en la boca, me encantan éstas sorpresas. Mi Zombie mira con interés cómo me la trago entera, cómo chupo, trago y lamo, cómo me corro como una perra con la boca y el coño llenos. Y entonces aumento un poco el ritmo, tiembla, cierra los ojos y le saco su primera leche. Poca, venía pajeado el cabrón. Voy a tener que castigarlo cómo siga esa mala costumbre. Le voy a tener que enseñar todo, de cero, cómo me gusta y lo que espero de él. Qué divertido.

- Recuerda... te voy a follar yo a ti, siempre que quiera y como yo quiera. Y te vas a follar a todas las tías que yo te diga.

Ahora se ríe, no está contento ni nada... Me río yo también.
- Hala, vístete que te vas. Y ya en tu casa piensas un poco en lo que te ha pasado.
Más obediente que nada, se viste rápido y en silencio, mira mucho y con curiosidad a mi marido. No sé que estará pensando, que estamos como una cabra seguramente.
Le echo de casa con rapidez, aún tengo trabajo, aún no he terminado. Mi esclavo más amado no se ha querido correr y no lo voy a consentir. Dos pollas, dos leches. Es lo que me gusta y se hará como él quiera pero se hará. Así que cojo a mi Zombie y le mando a su casa con las mismas instrucciones: Yo te aviso, no hables con nadie de ésto o se acabó, no me saludes si me ves por ahí, no me conoces. Yo te aviso.
Dos días aguantó. Dos días en silencio absoluto esperando órdenes. Hasta que no pudo más y me envió un whatssap:
- Hola. Mañana... si? Tengo ganas...
Muy bien perrito, como debe ser, pensé. Vamos a empezar a jugar.
- Mañana no.


No te preocupes tengo para todos. COMPARTEME. ¡Gracias!

19 comentarios:

  1. Señora... cada vez me tenéis más encendido,

    menos mal que ahora voy a la calle y está lloviendo,

    con respeto,

    c,

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  2. Dudo mucho, querido c, que el agua de lluvia apague tu fuego.
    Besos

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  3. Hay vainillas con la suerte que cualquier sumiso agradecería, pero de alguna forma tienen que descubrir su sumisión, ¿no?

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    1. Tu rascas un poquito y no hay ni vainillas ni decencia! Todos unos viciosos ;)

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    2. Debo confesarla que al leerla siento envidia y miedo. Envidia por el honor de "ser arrascado" por usted, miedo por lo que impones.

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  4. ¡Menuda historia! Ahora mismo, no sé que responderte porque me has excitado con esos diálogos... tendré que pasar más tarde para hacer un comentario en condiciones. En cualquier caso, un relato magnífico, de esas andanzas de Ama Blanca que tanto nos gustan.

    Besos.

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    1. A veces las palabras sobran, mira a mi Zombie y nos entendemos perfectamente.

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  5. Cada día más viciosa y más guarra, Ama Blanca.
    ¿Será eso lo que más me atrae?

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    1. Sí? A mí me parece bien. No sé que pensaría Freud.

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  6. A mí no es que me parezca bien o no. Es que me pone muy burro que así sea.

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  7. Te sucede algo así y como mínimo es para alucinar, no es de extrañar que luego sea sí o sí y lo que desee.

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  8. Muy buena historia.
    Saludos desde lejos

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    1. La caza en vivo y lejos de mazmorras es mi hábitat natural. Aunque en raras ocasiones encuentro caramelos en la red y disfruto a mi manera de algunos protocolos.
      Y algunas veces, alguien te saluda desde lejos dos veces y sólo la segunda descubres que es muy interesante y afín lo que tiene que decir. Me ha gustado mucho lo que he leído en tus blogs. Sigo con ello.

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    2. Muchas gracias
      Un beso grande y nos seguimos leyendo

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  9. Cabrón afortunado...pura envidia!!

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